miércoles, 29 de diciembre de 2021

1958 <>29 de DICIEMBRE<>2001

 A primera hora de la tarde, hace hoy sesenta y tres años, un ómnibus con potente motor diessel, proveniente de san Carlos de Bariloche, arribaba a San Martín de los Andes, ingresando por el que hoy se denomina Circuito Arrayanes. Una de las más bellas vistas del Lago Lacar y de la ciudad andina que desde entonces sería mi lugar en el mundo. No se si mis ojos, apabullados desde el día anterior al llegar a Bariloche, por tanta belleza de los paisajes, por  esos colores intensos de bosques, montañas y lagos; habrán tenido aun capacidad de asombro ante esa vista panorámica que admiraban desde la ventanilla del automotor que recorrió el camino y descendió por la cuesta Felizx de Amador, siguió por  parte de la hoy  avenida   Koessler y desde el cruce  con la calle Curruhuinca   siguió por  la avenida San Martín para ir a detenerse en la esquina de Villegas y Drury, donde tenía su oficina, en una típica y modesta  construcción de madera, la empresa de transporte Los Lagos, que también cubría el servicio a Zapala. 

En ese ómnibus, luegode recorrer el Camino de los Siete Lagos de tierra y ripio en toda su extensión y con muchas mas curvas,contracurvas y pendientes que el tramo  actual de Ruta Nacional Cuarenta que ya asfaltado une ambas ciudades turísticas, arribábamos mi hermano Beto ( Juan Fortunto) y yo. Ambos veníamos para conocer a nuestro abuelo Juan Antonio Saad Yermenos que aquí residía. En mi caso para quedarme a vivir aquí, a dónde ya había llegado en junio de ese años mi hermano José, acompañado por nuestra madre, para quedarse a trabajar con nuestro abuelo. 

Allí nos esperaba con su abundante cabellera blanca, El Abuelo, el que se habría venido a radicar en las primeras décadas del siglo veinte y a quien agradeceré siempre, a su memoria, porque en mis catorce años de ese día, no imaginaba lo trascendente para mi de esos pasos. el dado por mi abuelo muchos años atrás y el que daba yo en ese momento. Porque aquí continuaría mi vida hasta hoy. (Y hasta que Dios disponga)

Mi gratitud a la memoria de mi abuelo, de mi madre y de mis hermanos mayores qe decidieron enviarme aquí, a esta bellísima y querida zona donde adquirí la profesión de maestro de escuela que desempeñé leal y responsablemente, y donde conseguí lo que tengo, gracias  con profundo sentimiento a esta bendita PROVINCIA de NEUQUEN.                                                      Carlos Omar Buganem  

                                                                                                                      


lunes, 27 de septiembre de 2021

Recordando a Mamá

 





Hoy se cumplen treinta años del día en que terminó su vida. Treinta años de extrañarla de  recordarla y de sentirla presente. Hoy Graciela, una de sus nietas, escribió: "Hermosa mujer, ejemplo de luchadora; siempre en mí, querida abuela" y es verdad porque fue hermosa de una hermosura sencilla, espontánea y luchadora porque le tocó una vida muy difícil y por muchos años, a la temprana muerte de papá, ella debió ser madre y padre afrontando la vida con siete hijos. Pero su belleza más grande fue la espiritual: sus principios, su ética y su fortaleza. 

Yo, le debo, además de la vida, el ejemplo. Por ella estudié, por y para ella puse mi esfuerzo en tener una casa ya que  el móvil fue  que pasara cómoda sus últimos años y me acompañó y nos acompañamos mutuamente. 

Deben ser muy pocos los día,   tal vez ninguno,  en que no la recuerde; no hubo momento difícil, después de su partida, en que no la haya invocado y tengo la certeza de que siempre me ayudó, me protegió, o me consoló en la tristeza. Lo digo  también estoy seguro que para mis hermanas y hermanos fue también un ángel protector en momentos cruciales. Y aunque tenga hoy una enorme congoja, la recuerdo con alegría y con enorme gratitud porque a ella a la hermosa y luchadora MALQUE le debo todo. Gracias a Dios por esa madre que tuvimos mis hermanas, mis hermanos y yo. 

Que su alma descanse en paz. 

sábado, 31 de julio de 2021

VALCHETA, donde nacen, viven,sueñan,crecen, festejan,aman, sufren, mueren y perduran en el recuerdo tantos seres; como en tantos otros lugars del maravilloso mundo. Pero no es "un lugar como tantos", es el lugar de los que allí nacimos pero, es más  "su lugar" para los que allí decidieron seguir viviendo.
A propósito de los lugares en dónde cada uno nace y la conformidad o no que cuando uno crece, siente por ese lugar que le asignó el destino; hay una dura y atrapante novela titulada "LA CORDILLERA DEL VIENTO" de Carlos Mazzanti, que ocurre en un lugar inhóspito del norte neuquino, uno de sus personajes dice, refiriéndose a la dureza de la tierra y el clima, que: "toda la gente no puede irse de todas partes" lo que implica la fatalidad de aceptar ese sitio que por nacimiento le corresponde, por inhóspita, dura y agresiva y de escasos recursos que allí la tierra sea sea.
Yo dejé Valcheta recién cumplidos mis catorce años. No fue mi decisión sino la de mis mayores. Y no me cansaré de agradecérselos tanto a ellos, madre y hermanos, como a mi abuelo materno Saad Yermenos o Juan Antonio, quien muchos años antes, cuando mi madre era una niña, había decidido dejar Valcheta y rumbear para la cordillera. Es por eso que desde mis catorce recién cumplidos ha sido mi lugar en el mundo la bellísima San Martín de los Andes 


Junto al grupo escultórico de los ciervos, en la costa del lago Lacar, feliz ocasión en que nos visitaron: Mi hermana Zulema ( Chola), su hija Griselda , su esposo Beto Carpintero y la nietita de estos, Ariana.

miércoles, 7 de julio de 2021

Salvador 
Bernardo no vivía tranquilo. Faltaba poco para que se cumpliera el primer aniversario de su casamiento con Azucena. Él intuía algo que ella no mencionaba  pero que también la preocupaba.

Por las noches, entre tantas dudas y pesares que lo desvelaban, solía preguntarse qué le hubiera dicho  su madre, si viviera,  ante su precipitado anuncio de casamiento.

-Por qué ese apuro por desposar a una desconocida de la ciudad.  Acaso sabes con qué propósito ella lo hace. No será una aventurera, interesada en tu fortuna de estanciero patagónico.

Cuando estaban juntos, él sabía que el amor de ella era sincero. Pero entonces, por qué esa preocupación, esos pensamientos y las dudas que lo acosaban no bien se alejaba de su lado.

Venciendo prejuicios decidió consultar a Alhue, la machi del lugar, que vivía, desde que él recordaba en campos de los mapuches, linderos a su estancia.

Se llamaban amigos aunque solo la  visitara muy de vez en cuando por una costumbre de buena vecindad. Alhue era muy visitada por gente del paraje y también del pueblo cercano. Pero nunca antes Bernardo había tenido necesidad de pedirle que lo ayudara. Se  decía que la machi influía a través de espíritus de sus ancestros, tanto para hacer el bien como para lo contrario.

Aprovechó una de sus habituales salidas a recorrer el campo. Dejó la camioneta en un puesto y montó a caballo para ir a ver a la machi. Llegado al rancho, salieron a ladrarle tres o cuatro perros y Ceferino, el joven hijo de la mujer, los salió a ahuyentar   antes de saludar cordialmente al visitante. Se alegró de verlo. Aunque era un huinca, Bernardo era de llevarse bien con los vecinos, igual que lo había sido su padre. Ya en la penumbra del rancho, su vieja amiga lo recibió también con beneplácito y de sólo mirarlo unos segundos supo que esta vez el blanco venía en busca de ayuda. Tomó su mano izquierda mientras conservaba en la comisura de los labios, el cigarro de tabaco en hebras “Caporal”, armado por ella misma. Finos espirales ascendían desde la brasita del tabaco   y se mezclaban con el humo de unos leños semi encendidos  que se consumían en el fogón.

La anciana,  entrecerrados los ojos, miró varias veces en forma alternada al hombre, al que conocía desde niño, y a una imagen de Jesús que tenía colgada en la pared. Por fin dijo:  Dos fuerzas te modificarán la vida amigo. Una muy oscura que te acecha por medio de una mujer, cuidate por ese flanco. Cuidate mucho.  La otra fuerza es luminosa y cambiará tu vida por medio de un varón, muy próximo también, pero al que no conoces.

-Ayudame, amiga.

-Lo haré, no temas, pero estate siempre alerta.



Ceferino, quien desde un rincón había seguido el encuentro. Acompañó a Bernardo hasta el caballo y al volver la machi le preguntó:

-¿Percibiste lo mismo que yo?

- Creo que sí- respondió el aprendiz.

-Se me cruzó un nombre- Dijo la anciana.

- Salvador – agregó el joven.



Tres meses después, justo en la fecha del casamiento, Bernardo sufrió un grave accidente en la ruta. El peritaje evidenció que los frenos de la camioneta habían sido estropeados ex profeso. Lo auxilió un joven de quien después se sabría que era hijo natural suyo. Y aunque la fuerza  oscura le dejó graves secuelas en el cuerpo, la fuerza luminosa lo reencontró con aquel hijo de su juventud, que el entorno familiar le había negado conocer en el pasado. Y eso fue lo máximo. Conocer a Salvador fue, ¿qué duda cabe? lo que le reconfortó el alma por el resto de su vida.-
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( Este cuento, escrito por Carlos Buganem, en el taller literario coordinado por la escritora y periodista Graciela Vázquez Moure.  San Martín de los Andes, 23 de Agosto de 2017)

Mutisias en el bosque andino


















martes, 1 de junio de 2021

Querido Cerezo

 Arbol hermoso, amigo, generoso, 

Al inicio de junio perdiste esas bonitas hojas  que pintó el otoño. 
Los vientos que soplaron en vísperas y después del veinticinco de mayo, anunciando el próximo invierno, te despojaron de tu ropaje de oro. Ahora tu tronco y tus ramas han quedado desnudos bajo la lluvia, los fríos, las neblinas y después te cubrirá la nieve con que el invierno nos hará sentir su reinado.
Serías muy pequeño, acaso el brote de un carocito cuando empezamos a construir la casa. No recuerdo en qué año empezaste a ser notorio, pero habrás nacido por el tiempo en que vinimos a vivir con mi madre a la nueva casa. Fue en septiembre del ochenta y tres. 
De entonces recuerdo que en el lote había un tronco  de maitén que alguien había hachado para llevarse el tronco pero que, empeñado en seguir viviendo, había largado varios brotes. 
Después, cuando tuve que vender el lote de al lado,  ese maitén que ya era un lindo arbolito, debió sacrificarse porque estaba justo en la linea divisoria. 

Donde ahora está el departamentito, y que antes fue garage, había un chacay, qu en esos primeros años cada primavera se vestía de pequeñas hojas verde claro y florecillas blancas. También se secó afectado por la pared que debió construírse demasiado cerca. 
Y por último, lo más probable es que nacieran de semillas traidas por el viento, crecían en el terreno unos cuantos abedules. ( Recuerdos en recuperación. Continuará)

(Continúará)


jueves, 13 de mayo de 2021

Jugando a ser ...

 COCINERO

Tuve que aprender a cocinar cuando cumplí mi gran sueño de maestro joven: ir a trabajar a una escuela rural ( Quechuquina 1967). Para entonces, en mis jóvenes veintitrés años, había visto cocinar a mi madre, a mis hermanas, a mi hermano José y a María Luisa, mi cuñada, en el restaurante que tenían en Villegas 679; pero yo jamás había cocinado ni un huevo frito. ja ja

Me tenía que ir a trabajar a Quechuquina y allí no había restaurantes. Entonces le pedí a mamá que me explicara cómo se hacían las comidas más comunes. Nada de sus inolvidables capellettis con tuco de salsa de tomates, ni el tradicional keppe árabe, ni mucho menos sus zapallitos rellenos al horno. Empezamos por un sencillos guiso. El puchero era más fácil porque todo iba a la cacerola y a hervir se ha dicho. 

En este punto me acordé de algo que solía decir mi hermana Elisa: "Andaba al ruido de las ollas"era  para referirse a alguien que cocinaba con apuro ya fuese porque se le había hecho tarde o porque tendría visitas a comer. Qué lindo eso de tener visita a comer. Una costumbre que ojalá nunca se deje atrás por pasada de moda. 

Retomando el relato diré que Malque ( mi mamá)  me explicó que para el guiso debería comenzar rehogando una cebolla picada junto con el morrón, cinco minutos después agregar la carne picada, luego sal gruesa (una cucharada sopera) a continuación  los condimentos y finalmente  el guisante elegido, que podía ser arroz, fideos caracoles o moñitos, arvejas en lata o alguna otra legumbre previamente remojada. Hervir lo necesario, luego apagar la llama y dejar reposar cinco minutos . 

Y listo el pollo...¡Perdón! listo el guiso. 

Y así comencé a cocinar los miércoles al mediodía en mi recordada escuelita de Quechuquina, la provincial número tres. Bueno, pero me parece que algo les hace ruido a mis interesados lectores.

Sí claro - porqué los miércoles-, ¿acaso lunes y martes no comía? Si, comía las viandas que como parte de mi equipaje llevaba los lunes por la mañana, preparadas por mamá (Un beso al cielo, como se dice ahora) cuando partía a tomar la lancha de Parques Nacionales*, que me llevaría desde San Martín de losAndes a hasta el muelle de Quechuquina. Esas viandas era manjares,  preparados por ella, claro y podían ser empanadas, árabes o criollas; milanesas o algún trozo de carne asada al horno que hasta hoy me encanta deglutir a manera de  fiambre. Bueno, así aprendí a cocinar y, tanto progresé que cuando años más tarde fui a otra querida escuela rural , la de Hua Hum; habilité por mi cuenta el comedor escolar, porque decidí -con la partida, escasa por cierto,  que mandaba el Consejo- hacer el almuerzo para los chicos y para mi. Cosas  que pasaban en aquellos tiempos  en que nadie decía: " Eso a mi no me corresponde" ( Pero esa sería otra historia)   

* Me refiero a Parque Nacional Lanín, ya que antes que llegaran las lanchas de empresaen enhora buena que así haya sido pues s privadas el servicio en el Lago Lacar lo prestaba esa institución tanto para los pobladores como para los turistas en los veranos. 
** Actualmente, me comentan, porque estoy jubilado hace rato,que suele oirse  "No me corresponde" ; justo es decir que no solo pasa el ámbito de educación, también  en otros ámbitos: de la gigantesca y nunca bien elogiada Administración Pública...¿Aquí es que lloverán los cascotazos? vengan, me agacharé. je je.
 
Volver a cocinar, después de diecisiete años: 

Cuando volví a trabajar en escuelas del pueblo*  en septiembre del año mil novecientos sesenta y nueve después de haber estado dos períodos lectivos en Quechuquina;  y  diciembre del setenta y cuatro después de los cuatro años en Hua Hum; volví a vivir con mi familia y allí no necesitaba cocinar con mayor razón porque vivíamos en el mismo sitio del Restaurante de mi cuñada y de mi hermano.. En mil novcientos ochenta y dos, cuando el restaurante fue alquilado, mamá y yo nos fuimos a vivir a una casa que me cedió en comodato el Consejo de Educación**, en el barrio El Arenal, casa Número tres, con vista al santuario de la Virgen de la Montaña  y a la salida de la ruta a Hua Hum. Una vista panorámica bellísima que hacia la derecha se completa con la cancha de polo del ejército. Allí mamá cocinaba de modo que dejé tranquilas a las ollas, los guisos o los tallarines con tuco.
Volvería a verme en la necesidad de volver cocinar ( diecisiete años después)  en mil novecientos noventa y uno, al fallecer mamá y quedar viviendo en mi casa que habíamos habitado desde septiembre del ochenta y tres. Casa esta que compartí ocho años con mi madre, y enhorabuena que así haya sido pues el motivo de haber encarado el proyecto de tener una casa fue para brindarle comodidad a mamá.  

Seguramente el tener que cocinar me ayudó a estar entretenido, y fui aprendiendo a preparar otras  comidas, superando guisos y tallarines con tuco. En cuanto a pastas tendría mucho por aprender y así lo hice ya que constituyen mis platos preferidos, claro que con un vasito de vino tinto. Fui incluyendo en mi recetario: ñoquis canelones, lasagnas, capellettis, malfattis, pero nunca me atreví a amasar tallarines. 





*San Martín de los Andes, pcia del Neuquén.
** En razón que me desempeñaba como director en la Escuela Nro. 142ubicada en el citado barrio.

lunes, 19 de abril de 2021

  El siguiente fragmento correponde al relato "Los senderos del amor" , el que se puede encontrar completo en el siguiente link: https://nelsur.blogspot.com/

XVII

Faltaba una parte de la verdad, porque las dos mujeres mayores sabían quién era el padre de Julio, más no se lo dijeron; tenían mucho temor de hacerle más daño con revelárselo. Sobre ello habían discutido a solas las tías. Rosa se inclinaba por decírselo pero María se negaba y pudo imponer su punto de vista; esperarían a que él mismo lo preguntase o para cuándo los acontecimientos así lo exigieran y fuera imposible seguir ocultándole la identidad del padre. La zozobra para ambas mujeres, pero mayormente para María, madre adoptiva de Julio, al que verdaderamente amaba como si lo hubiera parido, era  insoportable y venia a sumarse a la pérdida de su esposo. Si la pobre mujer hubiese tenido que decir qué cosa la angustiaba más, no habría podido decidirse por una de las cusas. Ambas la mortificaban por igual.

 

Julio se sentía en su aislamiento como alguien al que de pronto se le hundiera el suelo que pisaba y, por horas,  sitió como si estuviera cayendo en un oscuro precipicio sin siquiera extender sus manos para asirse a los bordes y, si no fuera tanta la confianza que tenía en esas dos mujeres, y en la verdad que acababan de revelarle, habría

pensado que le mentían, que por alguna extraña razón lo estaban torturando con una historia tan inesperada como absurda. De pronto, asumida a medias la pérdida de su padre, resultaba que era una doble pérdida, lo perdía como padre porque ahora sabía que no lo era y lo perdía del mundo familiar donde siempre había estado como su referente y sostén. Y quién era su tía Clara, solamente el nombre de una mujer que nunca había visto y de  quien no se hablaba en la familia. De pronto ese nombre de mujer, pasaba de ser una tía desconocida  a ocupar el lugar de Maria  como su verdadera madre. Lo mortificaba el engaño, y pensaba que no debería existir ninguna razón tan fuerte como para que  un ser inocente, y sintió lástima por si mismo, fuera tan terriblemente engañado, con la falsa creencia de que ese hombre y esa mujer le habían dado la vida, cuando no era así. En este punto tuvo que entender que habría algo mucho más poderoso que simplemente salvar el honor de la familia Benítez, incluyendo abuelos maternos y a la misma Clara. Por qué. Cuanto más lo pensaba era mayor su desazón. Y de tan intensos pensamientos, necesariamente surgió otro interrogante en su cabeza: Quién era su verdadero padre.

Tomó la decisión de alejarse de La Nueva, del pueblo mismo, tanto por vergüenza como para ir en búsqueda de una nueva vida, acaso sin pensarlo explícitamente se proponía buscar algo más…encontrar a Clara Benítez allá en la lejana capital de la provincia donde también se encontraba Emilse, esa jovencita amiga suya a pesar de que era hija del patrón.

Al segundo día del encierro de Julián, María, preocupada decidió insistir fuertemente desde la puerta cerrada del dormitorio y le habló fuerte para asegurarse que la escuchara: No se iría de allí mientras él no aceptara comer algo  y le avisó que le dejaría allí el mate, con la pava y unas tortas. Luego se alejó.

 

Fue al día siguiente que el joven dejó el encierro, y se acercó para hablar con María, entonces le hizo saber de su decisión de dejar la casa y salir a buscar su destino en otro lugar, lejos del sitio que fuera su lugar de crianza. Mayor fue la angustia de la mujer, quien se sentía muy desamparada por la muerte de Ramón y ahora ese hombre que había criado y al que amaba como su hijo, también la dejaría, a ella y a Teresa. Y se arrepintió de haberle revelado la verdad. Decidió ir al pueblo para hablar con su hija y con Rosa, abrigaba María el secreto deseo que entre las tres pudieran convencerlo de cambiar de actitud y seguir en La Nueva. 

 

Cuando Don Efraín se dirigió a la casa que el mismo les había cedido para vivienda de Ramón y María como capataz ; lo hizo con el propósito de saber de la  viuda de su fiel capataz y también de su hijo Julio. Le asombró no encontrar a nadie y cuando supo que habían partido al pueblo,  se propuso ir más para hablar con ellos. El patrón sentía un compromiso hacia la mujer y los hijos de quien había sido por tantos años un fiel servidor y muy especialmente lo movía ahora su especial afecto hacia el joven Julio. Convertido allí mismo en La Nueva en un eficiente mecánico y chofer. Y con esos pensamientos, y otros muchos que la muerte de un amigo ocurre, Don Efraín se volvió a su casa.

 

-Pero Julito, querido- le decía  la tía Rosa, -pensalo bien.

 -¿A dónde te vas a ir hijo? - le decía María, -Esperá un tiempo hasta que yo pueda acostumbrarme a la ausencia de Ramón.

También  Teresa reflexionaba: - En poquitos día nos quedaremos solas  las tres mujeres;  se murió papá. Se fue Santiago y ahora querés irte  vos, hermanito. Esperá, pensalo mejor, Julio, te lo pido por favor.

Y la respuesta de Julio sería descarnada, dolida, sincera: -Es que ya no me hallo aquí, siento verguenza. Todos van a saber que soy guacho de padre, que mi madre me dejó como a un perrito y que en veinte años he  vivido una identidad falsa. No...No puedo quedarme. Perdonen y hagan de cuenta que me fui como Santiago o que me he muerto como papá…¿ Qué digo papá?  Si ahora no tengo un papá. Y debió callarse porque no quería romper en llanto. Continuará.


La versión completa de los capítulos ya publicados, se pueden encontrar en el sitio:https://nelsur.blogspot.com/

domingo, 11 de abril de 2021

 

“El valioso tiempo de los maduros”. De Mario de Andrade (Poeta, novelista, ensayista y musicólogo brasileño) Enviado por Vic desde Ávila, España.

Biblioteca Popular Coronel Dorrego

Mario de AndradeRelatos cortosVic



“…Conté mis años y descubrí, que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante, que el que viví hasta ahora...

Me siento como aquel chico que ganó un paquete de golosinas: las primeras las comió con agrado, pero, cuando percibió que quedaban pocas, comenzó a saborearlas profundamente.

Ya no tengo tiempo para reuniones interminables, donde se discuten estatutos, normas, procedimientos y reglamentos internos, sabiendo que no se va a lograr nada.

Ya no tengo tiempo para soportar absurdas personas que, a pesar de su edad cronológica, no han crecido.

Ya no tengo tiempo para lidiar con mediocridades.
No quiero estar en reuniones donde desfilan egos inflados.

No tolero a maniobreros y ventajeros.
Me molestan los envidiosos, que tratan de desacreditar a los más capaces, para apropiarse de sus lugares, talentos y logros.

Detesto, si soy testigo, de los defectos que genera la lucha por un majestuoso cargo.
Las personas no discuten contenidos, apenas los títulos.
Mi tiempo es escaso como para discutir títulos.
Quiero la esencia, mi alma tiene prisa.........

Sin muchas golosinas en el paquete...

Quiero vivir al lado de gente humana, muy humana.
Que sepa reír de sus errores.
Que no se envanezca con sus triunfos.
Que no se considere electa antes de hora.
Que no huya de sus responsabilidades.
Que defienda la dignidad humana.
Y que desee tan sólo andar del lado de la verdad y la honradez.

Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena.
Quiero rodearme de gente, que sepa tocar el corazón de las personas…..
Gente a quien los golpes duros de la vida, le enseñó a crecer con toques suaves en el alma.

Sí…. tengo prisa… por vivir con la intensidad, que solo la madurez puede dar.

Pretendo no desperdiciar parte alguna, de las golosinas que me quedan…
Estoy seguro que serán más exquisitas, que las que hasta ahora he comido.

Mi meta es llegar al final satisfecho y en paz con mis seres queridos y con mi conciencia.
Espero que la tuya sea la misma, porque de cualquier manera llegarás......"

De Mario de Andrade (Poeta, novelista, ensayista y musicólogo brasileño)

Enviado por Vic, desde ÁVILA, España.

ÁVILA es la ciudad donde se encuentran el patrimonio, la historia y el arte, la gastronomía, la fiesta y la mística, la cultura y la naturaleza. ÁVILA es ciudad antigua, medieval, de las tres culturas, del Patrimonio de la Humanidad, del Camino de la Lengua, de la Red de Juderías. ÁVILA es ciudad actual, que se une a la modernidad, a la calidad turística, al confort, al turismo accesible y social. Sólo falta que venga para comprobarlo. ÁVILA te abre las puertas.

Foto: El Poder de la Palabra http://www.epdlp.com/
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