martes, 1 de junio de 2021

Querido Cerezo

 Arbol hermoso, amigo, generoso, 

Al inicio de junio perdiste esas bonitas hojas  que pintó el otoño. 
Los vientos que soplaron en vísperas y después del veinticinco de mayo, anunciando el próximo invierno, te despojaron de tu ropaje de oro. Ahora tu tronco y tus ramas han quedado desnudos bajo la lluvia, los fríos, las neblinas y después te cubrirá la nieve con que el invierno nos hará sentir su reinado.
Serías muy pequeño, acaso el brote de un carocito cuando empezamos a construir la casa. No recuerdo en qué año empezaste a ser notorio, pero habrás nacido por el tiempo en que vinimos a vivir con mi madre a la nueva casa. Fue en septiembre del ochenta y tres. 
De entonces recuerdo que en el lote había un tronco  de maitén que alguien había hachado para llevarse el tronco pero que, empeñado en seguir viviendo, había largado varios brotes. 
Después, cuando tuve que vender el lote de al lado,  ese maitén que ya era un lindo arbolito, debió sacrificarse porque estaba justo en la linea divisoria. 

Donde ahora está el departamentito, y que antes fue garage, había un chacay, qu en esos primeros años cada primavera se vestía de pequeñas hojas verde claro y florecillas blancas. También se secó afectado por la pared que debió construírse demasiado cerca. 
Y por último, lo más probable es que nacieran de semillas traidas por el viento, crecían en el terreno unos cuantos abedules. ( Recuerdos en recuperación. Continuará)

(Continúará)