miércoles, 25 de diciembre de 2019

Una Navidad escolar, muy antigua

Una Navidad escolar, muy antigua.




Cuando vi llegar a la escuelita de Quechuquina, gente que había descendido de la lancha y cruzado el lago Lacar, proveniente de San Martín, entre quienes esperaba a mi cuñada María Luisa, a su hijito de apenas un año Emir José y a mi hermana del corazón Cesarea; no pensé que la otra persona de elegante traje sastre y anteojos oscuros era nada más ni nada menos que la inspectora general de enseñanza provincial, es decir mi superior jerárquica. ¡Sorpresa!
Así que enfrenté el momento, con la entereza de quien entiende que no está haciendo nada reprochable. Claro que ese era mi criterio pero desconocía si lo compartiría mi superiora. 
Desde dos semanas antes, con apoyo de los padres y vecinos, habíamos accionado para contar ese día con lo necesario a fin de ofrecer a los niños aquella fiestita navideña que en la escuela rural adquiría para ellos mayor relevancia que en las urbanas.
Lo que no esperábamos docente y alumnos era que ese último día hábil, viernes por añadidura, llegase a visitar la escuela la Inspectora.
Seguramente la señorita inspectora general, esperaría encontrarnos en clase convencional resolviendo cálculos matemáticos, leyendo temas de historia o quizás confeccionando un mapa de la provincia. Es decir que para ella, lo que ocurría ese día en la escuelita habrá sido también una sorpresa porque en lugar de cálculos, mapas o lecturas del manual Kapeluzs o del Estrada,  se dio inicio a la actividad con el Himno Nacional que sonó desde el pequeño tocadiscos a pilas, obsequio de mi hermano José. Después siguió el canto de villancicos y alguna comedia que habíamos ensayado con mis alumnos para deleite de papis y mamis.

En un rincón del aula un pino, que no fue difícil conseguir en Quechuquina, adornado con figuritas de papel glasé y cadenitas de papel crepe formando guirnaldas  confeccionados  por los chicos, completaban la ambientación navideña. 
Como cierre del festejo se sirvió el refrigerio que, ese día, en lugar del habitual mate cocido y pan con mermelada, consistió en jugo de naranjas y pan dulce, mas algunas golosinas conseguidas en donación.

Rememorando: cuando la señorita Zeinab Alé, quien era una reconocida y prestigiosa docente neuquina y en esos momentos funcionaria,  a  la que yo sólo conocía por su firma en las circulares,  se presentó anteponiendo a su nombre la mención del  cargo que ejercía, supe que estaba jugado... Acaso peligraba  mi futuro en esa escuelita; entendí que en esa jornada, casi en vísperas de la navidad, podía ser quizás objeto de un informe negativo, acaso una sanción o reprimenda que pesara como una severa falta en mi foja de servicios.

A pesar de la sorpresa disfruté junto a los padres y a mis alumnos de aquel evento tan sencillo como significativo; era nuestra escuela y nuestro cierre de clases. 

Al despedirse la inspectora, habiendo dejado en el libro respectivo un informe elogioso, me volvió el alma al cuerpo, como se dice. 

Y bueno, después tuve una feliz navidad y un reparador receso escolar que imprimió un nuevo impulso a mi entusiasmo de joven maestro de escuela rural. 
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Anuncio: Hoy ( 7/1/2020)  inicié un relato que se publicará cada martes, en el blog:  https://nelsur.blogspot.com.

lunes, 16 de diciembre de 2019

ADIOS A UN AMIGO

JULIO CESAR RUBILAR, para los amigos " LALO"... Temprano esta mañana, desde la radio me dejó por varios minutos en blanco, la noticia. Es cierto que le venías peleando por más vida a la enfermedad, pero uno no piensa que una persona como vos, a quien conocí en el ISSMA en 1959, cuando iniciábamos los estudios en el secundario, uno no piensa que un gran amigo como vos, se va a morir. 

No lo piensa y de ninguna manera lo espera ni quiere que ocurra.   

Pasados esos minutos, la mente empieza a entender que la vida del compañero, amigo, colega y compadre ha finalizado. Entonces uno se remite a esos tiempos  maravillosos de la adolescencia, la juventud, la adultez y, desde hace varios años, la vejez. Porque fuimos de la misma edad, amigo querido. Fuiste un hombre íntegro, y te lo dije en el aniversario de tus cincuenta años del casamiento con Mirta, creo que fue el año pasado: "Te felicito porque formaron un hermosa familia." Y es la pura verdad. Así lo señala que en todos los momentos estuviste acompañado, cuidado y amado por tu mujer y tus hijas e hijos. Así como fuiste un docente que cosechaste  el prestigio basado en  tus méritos,  responsabilidad y dedicación. Me consta porque trabajamos juntos dos períodos en la Escuela que fue tu Escuela, la del barrio Tiro Federal. 

Fuiste deportista destacado en el Basquetbol y en el secundario nos atrevimos a jugar a hacer teatro. Amigo, colega, compadre, persona ejemplar, te voy a recordar en los años que me quedan y ya que también supiste tocar la guitarra y cantar te despido con estos versos de Alberto Cortez: "Cuando un amigo se va, queda un espacio vacío, que no lo puede llenar la llegada de otro amigo"









lunes, 2 de diciembre de 2019

Mis Plantas 2019















Tulipanes en septiembre
                                                           
Peonías en noviembre


Rododendro en Noviembre                                                                                                        Detalle 

                                                                                                                                




         Aquilexia rosada                                                         Aquilexia violeta