sábado, 18 de agosto de 2018

MAESTRO DE PRIMARIA

Un anhelo cumplido

Escrito registrado el 10/9/09

El ISSMA ( Instituto Secundario San Martín de los Andes) me dio una profesión  en la que trabajé treinta y seis años. La tomé en serio y quise trabajar apenas recibido, no pude. Aprendí  que había formalidades que cumplir.  Y esperé nueve meses antes de poder ingresar como maestro de grado suplente. El día tan esperado fue el 02 de  septiembre de 1964 en un primer grado superior de la Escuela   Provincial Nº5.-

Posteriormente trabajé en escuelas rurales de personal único. En Quechuquina y Hua-Hum ; lamentablemente la falta de trabajo para la gente y el consecuente despoblamiento de los parajes significan que actualmente en esos lugares no existan ya escuelas, tampoco en Pucará y en Chachín. *

En 1975 pasé a desempeñarme en la escuela Nº 142 como director suplente.



*Las escuelas mencionadas estuvieron y/o  están ubicadas en la provincia de Neuquén.



El destino me ayudó poniendo en mi camino la posibilidad de estudiar para maestreo.

Cursé mis estudios primarios entre 1952 y 1958 en la escuela Nro. 15 “Benjamín Zorrilla” de Valcheta, pcia. De Río Negro.

Ya en mi último grado de la primaria,  había decidido que quería ser maestro de escuela.  

Lo atribuyo a mi admiración hacia mis maestras y maestros, venían de otras ciudades, se los veía impecables en su forma de vestir y presentarse, las maestras almidonaban sus guardapolvos, a mis ojos de niño  los lugares de origen de mis maestras eran lugares desconocidos y tan distintos , tan pulcros y mágicos como eran  sus personas.

Bien hablados y de buenos modales.

La escuela fue otro mundo por descubrir, las clases, los recreos, izar la Bandera conocer a otros niños y los actos escolares. Y aquí debo detenerme, en los números artísticos, fue descubrir algo mágico: el juego de la representación, las caracterizaciones con trajes de época, la ficción y el hecho teatral en su manifestación elemental, aunque uno no sabía de esos vocablos, era una actividad más de las tantas con que la escuela nos abría el mundo y uno como niño lo recibía con enorme placer. Esa fue mi experiencia.            



En cuanto a edificio baste decir que se inauguró en ese año 1952 en que inicié mi primer grado, todo era impecable y bien equipado de mobiliario.Un edificio hermosísimo de los conocidos como Escuelas de Perón.

Unos años antes, a través de mis hermanos que hicieron el servicio militar en la zona de San Martín y Junín de los Andes, habíamos tomado contacto con nuestro abuelo, al que no conocíamos y que residía en San Martín.

En el invierno de 1958, mi hermano José, mayor que yo, había decidido venirse a trabajar con nuestro abuelo. Tras eso mi mamá y hermanos mayores vieron la posibilidad de enviarme también a mí, tal vez porque no me veían un futuro en la chacra; era debilucho, delgado, creo que poco adecuado a las duras faenas del cultivo que habían tenido que asumir mis hermanos mayores.

Me hicieron un enorme favor.



Mi primer trabajo docente: en la escuela Nacional Nº5



En esos años, no había listados que respetar por orden de méritos. Uno debía tener su título docente registrado ante el Consejo Nacional de Educación, en la Capital federal. En mi caso y en el de otros docentes nos hizo el trámite una vecina la Srta. Beba Giglio  hermana de nuestra colega María Angélica Giglio, en un viaje que hizo a Buenos Aires. Estando registrado con un sello y un número, el mío es: 13.009/965

Las mencionadas vecinas hijas de un destacado y recordado docente el señor Elías Giglio quien fuera por muchos años director de la Escuela Nacional N°53 del paraje Hua Hum.



En ese período que iría de septiembre de 1964 a mayo de 1965 yo  estaba inscripto en la jurisdicción Neuquén y como aspirante a ejercer por primera vez  la docencia, ingresé en el único cargo que quedaba, en el turno tarde de la escuela Nacional Nº 5.-

 Estaba feliz porque tenía un enorme deseo de trabajar como maestro de escuela.

Lo había intentado apenas terminó el año lectivo en que me recibí: 1963; mejor dicho en el verano de 1964 viajé a Neuquén agradeciendo la amabilidad de un vecino y amigo de mi abuelo, el Sr. Enrique Rebolledo, que viajaba periódicamente a la ciudad de Neuquén para buscar mercaderías  y me dejó en la puerta de la casa de mi abuelo en la calle Manuel Lánez.

Entonces me hice presente en la Inspección Seccional de Escuelas nacionales , en la calle Independencia y ahí tendría mi primer fracaso: deduzco que tenían poco personal porque me atendió en persona el Inspector Seccional, Ricarto Estevez: Yo llevaba solamente una constancia provisoria de haber aprobado las materias, pero no contaba aun con el certificado definitivo; entonces el funcionario me explicó cual era el trámite: tener el certificado, registrarlo ante el Consejo nacional de Educación y luego inscribirme ante esa oficina de supervisión seccional de la ciudad de Neuquén. Resumiendo pasarían nueve meses, un período escolar completo hasta que pudiera comenzar a desempeñar mi flamante profesión.

Trabajaría dos períodos completos y siete meses del tercero. En esos años las escuelas de la región cordillerana, tanto las urbanas como las rurales funcionaban desde el primer día de septiembre hasta el veinticinco de mayo, es lo que se denominaba período especial. Las vacaciones de mitad de año iban desde el veinticinco de diciembre hasta el seis de enero, dos semanas.

Cuando comencé a trabajar en la Escuela Nº5 “Bernardino Rivadavia” ubicada en pleno centro de San Martín de los Andes, calle Sarmiento, entre Avda, San Martín y calle Julio A. Roca; ejercía la dirección el señor Oscar Oronoz, la vicedirección la Sra. Hortensia de Funes, era secretaria la Sra. Elba G. de Hassler.

Ese primer años de los treinta y seis en que ejercería la docencia, fui designado por la dirección para tener a mi cargo la sección “E” de primer grado superior, en la actual denominación corresponde a segundo grado.

Inicié mis funciones el día dos de septiembre de mil novecientos sesenta y cuatro y en ese año estuve en la comisión de jardinería, tuve a mi cargo las palabras alusivas en el acto escolar del 25 de mayo; en abril de 1965 visitó la escuela la supervisora escolar Sra. Edith Pesino de Del Campo quien en el informe y con respecto a mi persona escribió: “Carlos Buganem, respetuoso y correcto promete ser un buen maestro al adquirir experiencia”.

 Trabajé dos períodos más en la misma Escuela, los períodos 1965/66 y 1966/67 en ambos teniendo a cargo secciones de primer grado: enseñar a leer y escribir es la experiencia más apasionante en la misión de un maestro; junto a ello el iniciar a los niños en la noción de número y las operaciones fundamentales de suma y resta. A la vez las primeras nociones de la historia de la Patria y el entorno en que se ubica la Escuela.