miércoles, 29 de diciembre de 2021

1958 <>29 de DICIEMBRE<>2001

 A primera hora de la tarde, hace hoy sesenta y tres años, un ómnibus con potente motor diessel, proveniente de san Carlos de Bariloche, arribaba a San Martín de los Andes, ingresando por el que hoy se denomina Circuito Arrayanes. Una de las más bellas vistas del Lago Lacar y de la ciudad andina que desde entonces sería mi lugar en el mundo. No se si mis ojos, apabullados desde el día anterior al llegar a Bariloche, por tanta belleza de los paisajes, por  esos colores intensos de bosques, montañas y lagos; habrán tenido aun capacidad de asombro ante esa vista panorámica que admiraban desde la ventanilla del automotor que recorrió el camino y descendió por la cuesta Felizx de Amador, siguió por  parte de la hoy  avenida   Koessler y desde el cruce  con la calle Curruhuinca   siguió por  la avenida San Martín para ir a detenerse en la esquina de Villegas y Drury, donde tenía su oficina, en una típica y modesta  construcción de madera, la empresa de transporte Los Lagos, que también cubría el servicio a Zapala. 

En ese ómnibus, luegode recorrer el Camino de los Siete Lagos de tierra y ripio en toda su extensión y con muchas mas curvas,contracurvas y pendientes que el tramo  actual de Ruta Nacional Cuarenta que ya asfaltado une ambas ciudades turísticas, arribábamos mi hermano Beto ( Juan Fortunto) y yo. Ambos veníamos para conocer a nuestro abuelo Juan Antonio Saad Yermenos que aquí residía. En mi caso para quedarme a vivir aquí, a dónde ya había llegado en junio de ese años mi hermano José, acompañado por nuestra madre, para quedarse a trabajar con nuestro abuelo. 

Allí nos esperaba con su abundante cabellera blanca, El Abuelo, el que se habría venido a radicar en las primeras décadas del siglo veinte y a quien agradeceré siempre, a su memoria, porque en mis catorce años de ese día, no imaginaba lo trascendente para mi de esos pasos. el dado por mi abuelo muchos años atrás y el que daba yo en ese momento. Porque aquí continuaría mi vida hasta hoy. (Y hasta que Dios disponga)

Mi gratitud a la memoria de mi abuelo, de mi madre y de mis hermanos mayores qe decidieron enviarme aquí, a esta bellísima y querida zona donde adquirí la profesión de maestro de escuela que desempeñé leal y responsablemente, y donde conseguí lo que tengo, gracias  con profundo sentimiento a esta bendita PROVINCIA de NEUQUEN.                                                      Carlos Omar Buganem