El creador de nuestra Bandera Argentina, Don Manuel Joaquín del Corazón Jesús Belgrano, fue un verdadero patriota, un amante de la Patria naciente. El abrazó su causa y dejó las comodidades de la ciudad de Buenos Aires, donde pudo vivir cómodo de sus honorarios de abogado o de algún cargo que le remunerase bien por sus servicios, para armarse y constituírse en soldado, en oficial de las noveles fuerzas militares para consolidar en los campos de batalla la nueva Patria, su amada Argentina.
Y no solamente dejó la comodidad de un futuro prometedor como abogado sino que dejó su salud por su vida difícil en campamentos y en campañas como la del Alto Perú dirigiendo a sus soldados, infundiéndoles el amor por la escarapela que había creado antes y por la Bandera celeste y blanca que hizo enarbolar por primera vez a orillas del río Paraná, donde actualmente se erige el Monumento a la Bandera en la ciudad de Rosario. Y les pidió a sus soldados que en prueba de lealtad a esa bandera, que simbolizaba a la Patria gritaran a una voz: "¡Viva la Patria!"
A los cincuenta años después de su lucha intensa y participar en batalla en que sus ejército fuese derrotado como Vilcapugio y Ayohuma y de triunfos que contribuyeron a afianzar la libertad de la nueva nación, como Tucumán y Salta. En 1820, ya enfermo vuelve a Buenos Aires donde fallece, tan pobre que no contaba con dinero para pagar los honorarios de su médico y ante la total indiferencia de la autoridades.
Sus últimas palabras fueron "¡Ay, Patria Mía!"
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