Escrito registrado
el 10/9/09
El ISSMA (
Instituto Secundario San Martín de los Andes) me dio una profesión en la que trabajé treinta y seis años. La
tomé en serio y quise trabajar apenas recibido, no pude. Aprendí que había formalidades que cumplir. Y esperé nueve meses antes de poder ingresar
como maestro de grado suplente. El día tan esperado fue el 02 de septiembre de 1964 en un primer grado
superior de la Escuela Provincial Nº5.-
Posteriormente
trabajé en escuelas rurales de personal único. En Quechuquina y Hua-Hum ;
lamentablemente la falta de trabajo para la gente y el consecuente
despoblamiento de los parajes significan que actualmente en esos lugares no
existan ya escuelas, tampoco en Pucará y en Chachín. *
En 1975 pasé a
desempeñarme en la escuela Nº 142 como director suplente.
*Las escuelas
mencionadas estuvieron y/o están ubicadas
en la provincia de Neuquén.
El destino me
ayudó poniendo en mi camino la posibilidad de estudiar para maestreo.
Cursé mis
estudios primarios entre 1952 y 1958 en la escuela Nro. 15 “Benjamín Zorrilla”
de Valcheta, pcia. De Río Negro.
Ya en mi último
grado de la primaria, había decidido que
quería ser maestro de escuela.
Lo atribuyo a
mi admiración hacia mis maestras y maestros, venían de otras ciudades, se los
veía impecables en su forma de vestir y presentarse, las maestras almidonaban
sus guardapolvos, a mis ojos de niño los
lugares de origen de mis maestras eran lugares desconocidos y tan distintos ,
tan pulcros y mágicos como eran sus
personas.
Bien hablados
y de buenos modales.
La escuela fue
otro mundo por descubrir, las clases, los recreos, izar la Bandera conocer a
otros niños y los actos escolares. Y aquí debo detenerme, en los números
artísticos, fue descubrir algo mágico: el juego de la representación, las
caracterizaciones con trajes de época, la ficción y el hecho teatral en su manifestación
elemental, aunque uno no sabía de esos vocablos, era una actividad más de las
tantas con que la escuela nos abría el mundo y uno como niño lo recibía con
enorme placer. Esa fue mi experiencia.
En cuanto a
edificio baste decir que se inauguró en ese año 1952 en que inicié mi primer
grado, todo era impecable y bien equipado de mobiliario.Un edificio hermosísimo
de los conocidos como Escuelas de Perón.
Unos años
antes, a través de mis hermanos que hicieron el servicio militar en la zona de
San Martín y Junín de los Andes, habíamos tomado contacto con nuestro abuelo,
al que no conocíamos y que residía en San Martín.
En el invierno
de 1958, mi
hermano José, mayor que yo, había decidido venirse a trabajar con nuestro
abuelo. Tras eso mi mamá y hermanos mayores vieron la posibilidad de enviarme
también a mí, tal vez porque no me veían un futuro en la chacra; era debilucho,
delgado, creo que poco adecuado a las duras faenas del cultivo que habían
tenido que asumir mis hermanos mayores.
Me hicieron un
enorme favor.
Mi primer trabajo docente: en la escuela Nacional Nº5
En esos años,
no había listados que respetar por orden de méritos. Uno debía tener su título
docente registrado ante el Consejo Nacional de Educación, en la Capital federal.
En mi caso y en el de otros docentes nos hizo el trámite una vecina la Srta.
Beba Giglio hermana de nuestra colega
María Angélica Giglio, en un viaje que hizo a Buenos Aires. Estando registrado
con un sello y un número, el mío es: 13.009/965
Las mencionadas
vecinas hijas de un destacado y recordado docente el señor Elías Giglio quien
fuera por muchos años director de la Escuela Nacional N°53 del paraje Hua Hum.
En ese período
que iría de septiembre de 1964 a mayo de 1965 yo estaba inscripto en la jurisdicción Neuquén y
como aspirante a ejercer por primera vez
la docencia, ingresé en el único cargo que quedaba, en el turno tarde de
la escuela Nacional Nº 5.-
Estaba feliz porque tenía un enorme deseo de
trabajar como maestro de escuela.
Lo había
intentado apenas terminó el año lectivo en que me recibí: 1963; mejor dicho en
el verano de 1964 viajé a Neuquén agradeciendo la amabilidad de un vecino y
amigo de mi abuelo, el Sr. Enrique Rebolledo, que viajaba periódicamente a la
ciudad de Neuquén para buscar mercaderías y me dejó en la puerta de la casa de mi abuelo
en la calle Manuel Lánez.
Entonces me
hice presente en la Inspección Seccional de Escuelas nacionales , en la calle
Independencia y ahí tendría mi primer fracaso: deduzco que tenían poco personal
porque me atendió en persona el Inspector Seccional, Ricarto Estevez: Yo
llevaba solamente una constancia provisoria de haber aprobado las materias,
pero no contaba aun con el certificado definitivo; entonces el funcionario me
explicó cual era el trámite: tener el certificado, registrarlo ante el Consejo
nacional de Educación y luego inscribirme ante esa oficina de supervisión
seccional de la ciudad de Neuquén. Resumiendo pasarían nueve meses, un período
escolar completo hasta que pudiera comenzar a desempeñar mi flamante profesión.
Trabajaría dos
períodos completos y siete meses del tercero. En esos años las escuelas de la
región cordillerana, tanto las urbanas como las rurales funcionaban desde el primer
día de septiembre hasta el veinticinco de mayo, es lo que se denominaba período
especial. Las vacaciones de mitad de año iban desde el veinticinco de diciembre
hasta el seis de enero, dos semanas.
Cuando comencé
a trabajar en la Escuela Nº5 “Bernardino
Rivadavia” ubicada en pleno centro de San Martín de los Andes, calle
Sarmiento, entre Avda, San Martín y calle Julio A. Roca; ejercía la dirección
el señor Oscar Oronoz, la vicedirección la Sra. Hortensia de Funes, era
secretaria la Sra. Elba G. de Hassler.
Ese primer
años de los treinta y seis en que ejercería la docencia, fui designado por la
dirección para tener a mi cargo la sección “E” de primer grado superior, en la
actual denominación corresponde a segundo grado.
Inicié mis
funciones el día dos de septiembre de mil novecientos sesenta y cuatro y en ese
año estuve en la comisión de jardinería, tuve a mi cargo las palabras alusivas
en el acto escolar del 25 de mayo; en abril de 1965 visitó la escuela la
supervisora escolar Sra. Edith Pesino de Del Campo quien en el informe y con
respecto a mi persona escribió: “Carlos Buganem, respetuoso y correcto promete
ser un buen maestro al adquirir experiencia”.
Trabajé dos períodos más en la misma Escuela,
los períodos 1965/66 y 1966/67 en ambos teniendo a cargo secciones de primer
grado: enseñar a leer y escribir es la experiencia más apasionante en la misión
de un maestro; junto a ello el iniciar a los niños en la noción de número y las
operaciones fundamentales de suma y resta. A la vez las primeras nociones de la
historia de la Patria y el entorno en que se ubica la Escuela.
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