Entre Las primeras vivencias de mi infancia está lo atinente a la religión. En el pueblo de Valcheta, por entonces, había una capilla pero no se contaba con un sacerdote en forma permanente.
Mamá nos enseñó a rezar y en alguna parte de nuestro hogar estaba la imagen de la Virgen de Luján y escuché con asombrado, leído por mamá en una estampita, el milagro de la carreta que al pasar por Luján no pudo continuar, hasta que no se dejó allí un cajoncito conteniendo una estatuilla de la Virgen que en adelante se llamaría Virgen de Luján.
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Para nosotros el nombre corriente de nuestro hogar en la zona rural de Valcheta, era “La Chacra” pero, mi tío y mi padre le habían puesto a aquel establecimiento, el nombre de “Granja Río Luján”, había unos impresos o un sello con ese nombre.
Yo se que mi madre era
muy devota de la Virgen de Luján y nos transmitió esa creencia, y ese buscar
ayuda y consuelo espiritual en esa imagen y en lo que ella significa.
Acaso la devoción a ella y el nombre elegido para la chacra obedezca a que que esta deidad es la patrona del pueblo de Valcheta, por entonces en
el frente de la bonita capilla estaba escrito "Nuestra Señora d Luján".
Y siguiendo el hilo de los
recuerdos diré que cada tanto, supongo que una vez al año, llegaban las
misiones de la iglesia: un padre cura y algunas monjas para traer por una
semana la presencia de la iglesia católica, representada por ellos, y suplir
así la carencia de un cura estable. Entonces los fieles del pueblo y de los
alrededores, como nuestro caso, asistían a misas, bautismos, comuniones ,
casamientos y culminaba esa misión con una procesión por las calles, presidida
por la imagen de la Virgen llevada en andas y la gente llevando antorchas y entonando los rezos y cánticos religiosos.
Nosotros no teníamos
automóvil, y la chacra distaba unos seis kilómetros del pueblo, así que íbamos
con algún vecino que tuviera movilidad, por lo general en un camioncito de
nuestros vecinos y primos de la familia Seleme. Ir al pueblo, de por sí, significaba una especie de aventura llena de novedades: por las casas
alineadas, por las calles, los coches, camionetas y otros vehículos, las vías
del tren…¡El tren! Otro fenómeno de novedad y misterio. ¿De dónde venía y hacia
dónde iba? En fin, para mis cuatro o cinco años de niño campesino el tren era
todo una novedad impresionante: Una mole oscura y ruidosa que arrojaba vapor, a
la que le decíamos máquina y traía a
remolque tras de sí los coches y vagones.
En ese tren era que
llegaban las monjas y el cura, los misioneros. A las hermanitas las recuerdo
altas, con su hermoso hábito azul claro de falta amplia y larga que casi no
dejaban ver su calzado, con una capa sobre los hombros y un tocado del mismo
color, debajo del cual una vicera blanca no dejaba ver sus cabellos, se sabía
que al ser ungidas se les cortaba el cabello. Un cuello también blanco subía
desde la pechera del vestido y llegaba hasta el mentón, de modo que sólo
quedaban a la vista su rostro y sus manos.
Supongo que la llegada
de aquellas misiones, además de reafirmar la fe y renovar las esperanzas de los
habitantes de Valcheta, significarían un quiebre a la monotonía de la vida
cotidiana. Y si así era para quienes vivían en el pueblo, cuanto más para los de
alrededores, del campo. Por eso será que no se me olvida: el vestirse con las
mejores ropas, el recibir indicaciones de cómo comportarse, el repasar las
oraciones y , llegado el día subirse al camioncito de Los Seleme para emprender esa aventura de ir al pueblo, de caminar
por sus calles, de ver su gente y sus casas de comercio, de visitar conocidos y
de estar en las misas, los bautismos , la procesión y admirar esas personas que
no eran como el común de la gente: las hermanitas , y el sacerdote con sus
distintos atuendos y en ello , otra vez el misterio, como el tren que los traía…¿desde
dónde..? Y hacia dónde irían después de concluída su misión. Porque sabíamos que al tomar los hábitos reunciaban a sus familias para dedicarse sólo a Dios.
Y nos quedábamos con el
alma tranquila y con las imágenes y el recuerdo de lo vivido y a continuar la
vida habitual hasta la próxima misión y protegidos por lo que la virgencita
significaba…
Hoy me lo informó muy
temprano alguna locutora de radio : "Hoy
es el día de la Virgen de Luján"… Y entonces recordé aquellos primeros años y le
agradecí a la Virgen por lo vivido.-
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