Todos somos viajeros , de paso por este maravilloso universo. Comienza cuando nacemos y…termina cuando morimos. ¿Termina realmente cuando morimos?
Escribía en setiembre pasado:
¿Qué piensa el viajero mientras mira su pueblo montañés? Piensa acaso en el lejano día que tuvo esa visión increíble. Fue cuando descendió por primera vez la cuesta de arrayanes sin saber que lo hacía en busca de su futuro. Sin pensar que allí recalaría para siempre.
El lejano día fue: 28 de diciembre.
Hoy se cumplen 50 años. Creo que en el viaje principal , que es el paso por esta vida, el desplazamiento del lugar donde nací, a este donde espero finalizar aquel alguna vez, fue una circunstancia afortunada, no me cabe ninguna duda y me hace estar infinitamente agradecido: porque aquí encontré “mi lugar” .
Mi madre y hermanos, tomaron la determinación; no sé a quién se le ocurrió, tampoco recuerdo si me consultaron, creo que no. Antes no se consultaba todo a los menores. Pero no importa porque me siento afortunado de haber transcurrido aquí desde los catorce hasta hoy: pasé mi adolescencia, hice el secundario, trabajé en lo que me gustaba, atisbé el arte preferido cuando “jugué” al teatro; conviví con mis familiares este transcurrir de los años, conocí gente maravillosa y, si alguien no mereció este calificativo, ya lo he olvidado.
El cumpleaños de una sobrina muy querida me advierte, cada año, cuántos llevo de vivir aquí. Porque ella nació el 27 por la tarde en el pueblo natal del cual yo me alejaba en un tren repleto de viajeros. Coincidencia. Azar.
En qué momento el guarda me pedirá el boleto porque el viaje va a concluir…¡Por suerte nadie lo sabe! Eso es una sorpresa.
Mientras tanto hoy: ¡panza llena y corazón contento! Almorcé con un grupo muy querido de los míos. Y, el viaje por ahora, continúa.
Hoy se cumplen 50 años. Creo que en el viaje principal , que es el paso por esta vida, el desplazamiento del lugar donde nací, a este donde espero finalizar aquel alguna vez, fue una circunstancia afortunada, no me cabe ninguna duda y me hace estar infinitamente agradecido: porque aquí encontré “mi lugar” .
Mi madre y hermanos, tomaron la determinación; no sé a quién se le ocurrió, tampoco recuerdo si me consultaron, creo que no. Antes no se consultaba todo a los menores. Pero no importa porque me siento afortunado de haber transcurrido aquí desde los catorce hasta hoy: pasé mi adolescencia, hice el secundario, trabajé en lo que me gustaba, atisbé el arte preferido cuando “jugué” al teatro; conviví con mis familiares este transcurrir de los años, conocí gente maravillosa y, si alguien no mereció este calificativo, ya lo he olvidado.
El cumpleaños de una sobrina muy querida me advierte, cada año, cuántos llevo de vivir aquí. Porque ella nació el 27 por la tarde en el pueblo natal del cual yo me alejaba en un tren repleto de viajeros. Coincidencia. Azar.
En qué momento el guarda me pedirá el boleto porque el viaje va a concluir…¡Por suerte nadie lo sabe! Eso es una sorpresa.
Mientras tanto hoy: ¡panza llena y corazón contento! Almorcé con un grupo muy querido de los míos. Y, el viaje por ahora, continúa.